Por Nicolás Ferrera

Sentimiento latinoamericano

“Una de las cosas que perdimos en Caseros, fue la costumbre de escribir y pensar como latinoamericanos. Bolívar, San Martín, Artigas, Moreno, Monteagudo, Rosas, etc. todos escribían y opinaban como americanos. Después de la caída de Rosas eso se terminó: como semicolonias, los países perdieron ese sentido americano.”
John William Cooke

miércoles, 5 de mayo de 2010

Grecia y Argentina: una mirada en el tiempo

(Por Nicolás Ferrera)

Vaya paradoja en Grecia, en el sentido de decir que el mundo a veces nos sorprende cuando en realidad no tiene porque hacerlo. No tendría que agarrarnos un frió tenebroso en la espalda que baja lentamente por la médula del sentido común de cada uno, sentido común que, en este caso, está escondido en algún lugar de nuestra memoria a corto plazo. Por que digo esto sin contextualizar (primer error), y la razon es que todos sabemos que pasa en Grecia, hayamos leído las noticias o no, hayamos visto las imágenes o no, todos sabemos que pasa en Grecia.

La pregunta es, entonces, ¿por qué lo sabemos?; la respuesta no voy a darla ahora, voy a proponer que la encontremos entre todos. Antes que nada, para contextualizar y ayudar a poder comprender mejor que es lo que sucede en el país helénico, quiero compartir con ustedes un texto que escribí a fines del año pasado sobre Grecia y el estallido social que se desató fuertemente en 2008, año de crisis mundial.

Exarhia y el levantamiento contra la democracia corrupta.

El texto de Castoriadis es un largo trabajo que por momentos confunde, pero nunca se aleja del objeto del escrito, que es la crisis que actualmente está atravesando el movimiento democrático. Desde los más remotos tiempos de las polis y las asambleas en las plazas griegas, en aquel país sureste del continente europeo se ha profundizado en estos últimos años la corrupción en el gobierno, con Costas Caramanlis (Primer Ministro) a la cabeza.

En unos de los pasajes del texto, el autor escribe: “en estas sociedades, el cierre del sentido se rompe, o por lo menos tiende a romperse. Esa ruptura (…) implica el rechazo de una fuente de sentido diferente a la actividad viva de los seres humanos. Implica, por lo tanto, la repulsa a toda “autoridad” que no rinda cuenta y razón, y que no justifique la validez del derecho de sus enunciados”. A partir de aquí surge la raíz de los acontecimientos en una sociedad griega que está desconforme con su clase política.

El sábado 6 de diciembre de 2008, estudiantes y grupos de liberación encabezaron una revuelta en Exarhia, un barrio de Atenas, manifestándose en contra del gobierno y sus políticas conservadoras, dejando desempleados y pobreza como nunca antes se hubiera imaginado. Además, este descontento social surge por la muerte de un joven de 15 años, que en una de las revueltas recibió un balazo por parte de los grupos antidisturbios y falleció en el acto.

En Grecia se está siendo testigo de un quiebre entre lo que es el histórico campo social, (regido bajo patrones parecidos a una monarquía más que una democracia), y un nuevo imaginario colectivo que esta siendo cimentado bajo una juventud descontenta con el poder político. Es claro que en Exarhia y en varios puntos del país helénico han dejado de producirse individuos sociales conformes a ella ya que, como aseguran varios especialistas, la estructura del sistema político e institucional en Grecia pertenece al siglo pasado.

Este atraso del sistema democrático en las tierras que lo vio nacer, crecer y desarrollarse como un espejo de justicia, parece recobrar un nuevo significado, y es la mismísima Grecia con sus hijos decepcionados por la realidad que les toca vivir quienes deben dar un giro al engranaje de la democracia, que ha perdido el hilo conductor de su historia por culpa de sus propios operadores: los políticos.

El texto detonante para mi análisis fue “la Democracia como procedimiento y régimen”, de Cornelius Castoriadis. En esa nota, escrita a fines del 2009, hay un recuento hasta ese momento de lo acontecido en Grecia durante el periodo de la muerte del estudiante hasta el descontento del pueblo griego con la dirección neoliberal que tomaba su propio gobierno, hundiendolos en una pobreza y desempleo como nunca antes vistos en aquel país, o al menos, como nunca antes se habia sentido tanta disconformidad en una nación del continente europeo.

Retomando la pregunta inicial “¿por qué lo sabemos?”, creo que es justo decir porque, perteneciendo a un país que ha estado bajo los escombros del mercado mundial, aplastado por los titanes de Washington y sus políticas de atraso, sometimiento y dependencia en todos las esferas: sabemos lo que pasa en Grecia porque lo vivimos en carne propia; sabemos lo que es salir a manifestarse y que la policia arriba de los caballos y con sus armas (imagen que se entremezcla con la época de la conquista europea, otra paradoja más y van...); sabemos lo que es el desempleo en pos de la ganancia del mercado, en beneficio de las multinacionales, a favor de la privatización, a favor del desguace del Estado, de la perdida en lo público, de perder el espacio de lucha, de torcer el brazo ante el más poderoso porque las armas con las que lucha uno y otro son desiguales.

Grecia parecía encaminarse a este principio o final, no se como llamarlo, pero de algo puedo estar seguro y es que el mundo no nos agarra de sorpresa, nos muestra en otros lugares, en otras superficies, en otras personas, en otras sociedades, lo que ya vivimos o estaremos por vivir. El ejemplo griego es el detonante que en Argentina sucedió algo similar en 2001, tras años de neoliberalismo impuesto en primer lugar por la dictadura y luego por el menemato, donde todo se incendiaba y ardia, mientras desde Washington alimentaban la hoguera, saqueando lo público, lo estatal, lo nuestro. Tenemos mucho que aprender de Grecia como parametro de una realidad vivida, y entender a la distancia temporo espacial que la única manera que esto no se repita es con politicas de estado fuertes.

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